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Mi adiós al Padre Macián

Hay personas que en su paso moderado por la vida van esparciendo enseñanza y dejando una estela de humanidad. No tengo ninguna duda de que este ha sido el caso de uno de los capellanes más queridos que he conocido, seguramente el sacerdote con quien más roce he tenido a lo largo de mi vida. Desde sus clases de latín en el Instituto, a su labor como cronista cultural en las tantas ocasiones que habré subido a los escenarios menorquines; desde nuestras charlas musicales, o sobre la vida misma, a su amistad fiel con mi familia.

Se ha rubricado la historia de una de esas personas que, por su humildad y forma de obrar, van ofreciendo toda una lección de vida. Con su carácter afable y discreto, indirectamente, enseñaba la mesura justa de las cosas, aunque no siempre la mezquindad humana es capaz de aprender de la grandeza de estos corazones ejemplares.

Jamás podré olvidar su apoyo durante la enfermedad de mi padre, su amigo de infancia, y a quien administró la unción de enfermos, como tampoco se me olvidarán sus palabras en el momento en que le regalé mi libro de poesía. Apretándome la mano y con su característica sonrisa paternal, me dijo: "tienes alma del Renacimiento", entonces pensé que su generosidad hacia mí no tenía límites.

Hoy creo firmemente y con tristeza que nos ha dejado un ángel.

Gracias, padre Macián.

Lluís Sintes Mercadal
Barcelona

El señor Macián nos ha dejado

Iba caminando por Mahón cuando el sonido del teléfono móvil me avisa, la sorpresa es que cuando lo he abierto un mensaje de un buen amigo me da la noticia "el Padre Macián ha mort", la tristeza no ha hecho más que invadirme y me iba diciendo ¿por qué los hombres buenos y que de verdad aprecias se tienen que ir?

Cuando ya estaba en casa la noticia ya se había extendido por toda la ciudad, y es que el padre Macián se hacía querer por todas las personas que hemos tenido el placer de conocerlo: Recuerdo de jovencito cuando a las 8.50 horas sonaba la sirena del Instituto, conocido hoy día por el Instituto Joan Ramis, nos poníamos en fila todos los cursos de bachiller y la preparatoria, y el señor Macián con aquel micrófono de tonos grises nos decía las bondades de las personas siempre encaminadas hacia una educación y formación dentro de los principios del bien y la ayuda entre todos los que nos reuníamos en el patio.

Ya de más edad, a los que nos ha ido formando en la Parroquia de Santa María no podemos más que agradecerle todo lo bueno que nos ha ido dando y la generosidad que siempre desprendía cuando le pedías un consejo, preocupándose de todos nosotros, que puedo deciros de los consejos que nos daba en la Cofradía de La Soledad, siempre eran buenos y hacía lo que fuese para que el espíritu de Hermandad siempre estuviera presente, y creo que visto con la perspectiva de los años es uno de sus logros que también nunca le olvidaremos.

Pero si alguien realmente echará en falta al Padre Macián, serán los enfermos de la Residencia Sanitaria al principio y ahora del Hospital Mateu Orfila, pues el Hospital ya no será el mismo sin su sonrisa y sus palabras de aliento no solo con los enfermos sino también y no menos importantes con los familiares que estaban pasando momentos duros en los pasillos y habitaciones del hospital.

Creo que las facetas del señor Macián son demasiado numerosas como para resumirlas en unas líneas, solamente decir que el señor Macián era un hombre bueno, en el sentido más amplio que le podamos dar a esta palabra, y solo me queda la esperanza que desde donde se encuentre en estos momentos junto a nuestro Señor Jesucristo y su Madre la Virgen María nos siga enseñando y guiando con la misma habilidad y sabiduría que lo ha hecho en esta vida terrenal, como decía él, no sintamos tristeza pues como cristianos que somos sabemos que se encuentra en la gloria, y pedirle una cosa más, cuando se encuentre con los que nos han precedido déles un fuerte abrazo de nuestra parte e interceda por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo.

Descase en paz, padre Macián.

José Mª Ulldemolins Vidal
Maó