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Violencia, odio, política y... fiestas

Cuando se habla de violencia, hay quien opina que en origen todos somos violentos, así que la única solución posible para no ir por la vida dando bofetones, es controlar a la "bestia" que llevamos dentro.

Pero cuando esa violencia se origina por disconformidades que el individuo tiene por una ideología (de derechas o de izquierdas) para mí, la persona que origina esa violencia es un desecho animal, no me sirve. Las personas tiene que saber respetar y ser respetadas; por sus actividades, ideologías o maneras de comportarse mientras no dañen a otros.

Considero de actitud cavernícola a todas las personas que les guste mezclar la política con fiestas patronales. Seguro que ya sabéis por qué escribo eso... Pues sí, por la actitudes violentas (no físicas pero sí verbales) que fue recibido nuestro presidente, el de todos (el Sr. Bauzà), cuando se dirigió al "pla" con los diferentes miembros de la corporación local de mi ciudad (Ciutadella). Esas actitudes violentas las puedo comparar con las mismas que personas cercanas a Bildu han recibido a los nuevos concejales del PSOE o del PP en los diferentes ayuntamientos del País Vasco.

También quiero expresar mi apoyo a una "ciutadellenca", que está integrada dentro de la corporación municipal de mi pueblo, la Sra. Maite Salord, por los abucheos recibidos por una parte del público que había dentro del Consell insular, durante el debate de investidura de nuestro presidente Santiago Tadeo. Ella solo defendía sus propuestas (que en algunas de ellas no estoy de acuerdo, pero respeto, pero no la silbaré en un acto tan importante como éste).

Para terminar, quiero expresar unas frases extraídas de unas de las biografías del Dalai Lama: "Si todos cambiamos las ideas erróneas que nos generan odio y cólera, tenemos que trabajar en nuestra propia libertad para convertirnos en seres plenos. Las guerras se tiene que hacer con las cabezas, no sólo con la boca o con las manos".

Dani Prats
Ciutadella

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Na Barbareta

Muy poco tiempo después que el azar nos colocara juntos a V.L y a mí en la clase del maestro Tolo Allés ("Sa Segona" del colegio La Salle de la calle del Carmen), fui con mi nuevo amigo a su casa, supongo que a fer sa bereneta, en los aledaños del campo del Alcázar, y conocí a Barbareta Manent, su madre, que entonces debía frisar los treinta y tantos y esgrimía una sonrisa tan natural como acogedora que me atrapó en sus redes de afectos. Pero no era sólo eso: V.L empezó a contarme algunas peculiaridades de aquella mujer tan guapa como resplandeciente que la elevaron a los altares de mi iconografía particular.

Sobre todo me fascinó la costumbre de Barbareta de depositar todos los días de la vida una peseta en un cajón para cada uno de sus hijos, aquello me pareció el no va más del ingenio previsor por su resolutiva sencillez. También me llamó mucho la atención el asunto de las velitas que encendía cada vez que sus hijos tenían un examen o, más tarde, alguna prueba difícil de la vida. Pero lo que más me subyugaba era la sensación de estar en mi propia casa que propiciaba esa mujer de piel de porcelana y sonrisa luminosa que obligaba a su familia a comer "brou i bullit" en pleno agosto en su casa de Cala Corb "porque viene a comer en Bosch y eso es lo que más le gusta". Tampoco faltaban nunca los merengues, mi postre favorito (más aún en los últimos tiempos, en que ella también compartía nuestras alegrías futbolísticas).

Más adelante, por nuevos y para mí prodigiosos azares, nuestras respectivas familias se instalaron juntas en el mismo bloque en mi sempiterna calle de las Moreras y obviamente nuestras relaciones se acrecentaron, y Barbareta, como todos los demás miembros de su familia, pasó a tener una presencia constante en mi vida, lo que siempre produjo un notable influjo benéfico. Luego la trataría como cirujano y una vez intervenida me emocioné tanto que, en la euforia por el buen trabajo, abollé mi coche al ir a visitarla por la tarde (en aquellos tiempos los resultados quirúrgicos eran más aleatorios que ahora). No me extrañaría nada que aquel día Barbareta hubiera puesto alguna velita para mí, que no para ella.

Cuando su nieta Bárbara recordaba el otro día en su funeral los versos y canciones que ella les solía dedicar en sus cumpleaños y que pude escuchar en sus últimos tiempos de desvarío senil en los que seguía recitando y cantando con la sonrisa en la cara, pensaba que toda su vida fue un poema al cariño, a la bondad, a la serenidad (en ninguna crónica familiar consta un solo enfado suyo), y a la alegría, que trascendía el ámbito familiar. A mí siempre me hizo mucho bien, quedará de forma indeleble en mi memoria ("manent" viene del latín, quedar, permanecer), y sólo espero que ella se sintiera correspondida. "Bon viatge, Barbareta, i gràcies per tot".

Pedro J. Bosch
Maó

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Als nous responsables polítics de Menorca

Com que crec que conec tant l'ideari polític com algunes de les persones que sou encarregades d'executar-lo, i vista la importància del moment, m'atreveixo a demanar-vos (i) que preserveu la nostra llengua. Si no la defensam noltros no ho farà ningú. I la llengua és senyal d'identitat. I qui no té identitat és un noningú. (ii) encara que és temptador posar més sòl en oferta i tornar a fer més del mateix per intentar solucionar les penúries actuals, us vull demanar que preserveu el territori, que és el millor patrimoni que tenim i la millor herència que podem deixar als nostres fills. Als qui ens toca viatjar arreu volem ratificar que Menorca es manté preciosa encara. Acompassem, idò, amb seny renda i patrimoni, que les equivocacions aquí són irreversibles.

I bona sort, molta gestió i que les conjuntures econòmiques internacionals no us juguin en contra. I perdoneu l'atreviment de qui viu fora de Menorca, però estima la gent, les seves terres, la nostra llengua.

Guillem López Casasnovas
Ciutadella