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Los otros datos de la desaladora de Ciutadella

Ayer, la Senadora por Menorca, daba a conocer una serie de datos sobre las desaladoras en general y las de Baleares y Ciutadella en particular, porque consideraba "necesario saber en qué situación nos movemos para comprender los problemas a que nos enfrentamos". Seguro que estos otros datos que desde UPCM estamos en condiciones de aportar contribuirán a clarificar más todavía la situación y esos problemas.

El aumento en concepto de agua propiamente dicha, sí el Govern balear confirmara el precio de en torno a 1,30 € que comunicó oficiosamente en 2011 al Ayuntamiento de Ciutadella, sería el siguiente comparado con cada uno de los cuatro tramos de la tarifa progresiva, respecto de las tarifas que se aplicaban ese mismo año a los ciutadellencs:

Primer tramo de consumo (0,18 €). Aumento del 622 %.
Segundo tramo de consumo (0,33 €). Aumento del 294 %.
Tercer tramo de consumo (0,66 €). Aumento del 97 %.
Cuarto tramo de consumo (0,84 €). Aumento del 55 %.

Según datos aportados recientemente por el Servicio Municipal de Aguas, resulta que de los 55.387 recibos cobrados en Ciutadella durante el período de un año, la distribución porcentual de la población que paga cada tramo es la siguiente:

Primer tramo de consumo. Se aplica al 40 % de la población.
Segundo tramo de consumo. Se aplica al 45 % de la población.
Tercer tramo de consumo. Se aplica al 11 % de la población.
Cuarto tramo de consumo. Se aplica al 4 % de la población.

Según el folleto propagandístico "Desaladora de agua marina de Ciutadella", editado por el Ministerio de Medio Ambiente y la Conselleria de Medi Ambient i Mobilitat de les Illes Balears, resulta que –aunque los límites máximos recomendados de sal están en 250 miligramos- el agua tratada por la desaladora de Ciutadella contiene nada menos que 400.

Otra cosa es que el agua sea potable hasta los 500 miligramos de sal, pero por debajo de los 500 miligramos ya está la que sale de es Caragolí, así que el agua desalada sigue siendo bastante salada y muy cara. En el mismo folleto se indica en portada que se trata de un proyecto "cofinanciado en un 50,22 % mediante el Fondo de Cohesión de la Unión Europea". Pero cuando desde UPCM instamos al equipo de gobierno a verificar si se había obtenido efectivamente esa financiación y a informar al Pleno del coste total de la planta, resulta que la respuesta ofrecida por el Director General de Recursos Hídricos, no tiene desperdicio:

"La cofinanciació era del fons de cohesió de la Unió Europea però no era del 50 %; el cost total de la dessaladora han estat 23.000.000 euros i la Unió Europea n'ha pagat 7.268.809 eur. El Govern no els ha cobrat ja que això s'ha pagat directament al contratista. Els 16.000.000 eur restants és el que hem de pagar nosaltres a través de la tarifa". Y desde el mismo Govern Balear, incluyeron sin pestañear entre los 16.540.020 euros pendientes de la desaladora una partida de 3.556.722 euros en concepto de "revisión de precios", que no tienen el menor reparo en intentar endosar al pueblo de Ciutadella "a través de la tarifa".

Los datos exactos recopilados por UPCM son los siguientes:
Coste De La Desaladora (según el Govern): 23.808.829 €
La Financiación de La Unión Europea Debía Ser (el 50,22 %, según el folleto editado por el Govern y el Ministerio): 11.956.794 €
Financiación Real De La Unión Europea (según informa el Director General de Recursos Hídricos del propio Govern): 7.268.809 €
Diferencia Por Menos Cantidad Financiada: -4.687.985€
Diferencia Porcentaje Financiación (50,22%-30,53%)= 19,69%
Cantidad Que Nos Quieren Hacer Pagar A Los Ciutadellencs ("a través de la tarifa") 16.540.020 €

Así que, mientras el Govern se hace cargo por ejemplo de costes de inversión y de explotación de la planta desaladora de Andratx, a nosotros tienen la intención de cobrarnos íntegramente esos costes en la parte que no financió la Unión Europea. Eso sí, siempre "a través de la tarifa".

Unió des Poble de
Ciutadella de Menorca (UPCM)

La descalificación personal

Tengo la sensación compartida por muchos ciudadanos en este país, de asistir de un tiempo a esta parte, a un empobrecimiento de las argumentaciones intelectuales en los debates políticos y sociales. La difícil coyuntura histórica en que nos encontramos altera a más de uno, que ve desbordada por la realidad, las previsiones con las que cimentar sus razonamientos. Llegados a ese punto, y ante la incoherencia de hechos y pensamientos, es fácil caer en el recurso de la descalificación personal, para intentar desviar la atención de la opinión pública, del contenido al continente. Atrapado en el desatino, la salida argumental de los descalificadores, obcecados por su orgullo y miedos, no es otra que la falacia 'ad hominem', que consiste en descalificar personalmente a un adversario, en lugar de refutar sus afirmaciones o actuaciones. Esta burda técnica retórica, tiene como objetivo convencer a quienes se mueven más por convenciones, que por razonamientos lógicos. Este intelectualmente deficiente recurso comunicativo, lo es, porque se limita a reconocer aspectos que pueden poner en tela de duda la integridad del adversario, y sobre esta base descalificar sus argumentos sin necesidad de rebatirlos.Desgraciadamente en la escena política de este país, reinan las descalificaciones con intención de desacreditar a diestra y siniestra, precisamente a falta de otros argumentos. Ejemplos vividos por todos nosotros recientemente nos lo recuerdan. Al movimiento Rodea al Congreso se le comparó con el 23- F. A los ciudadanos que salían a manifestarse de 15-M, con los terroristas. A la Plataforma Stop Desahucios, de filoetarras. A todos aquellos que defienden vehementemente otras salidas o soluciones para la educación o la sanidad, se les tilda de antisistema. A los indignados, de rojos, anarquistas, o fachas según el caso. A la oposición política de hipócritas. A aquellos que escriben y ponen en evidencia sus políticas, de demagogos. A los que piensan distinto, de talibanes. A los ciudadanos atrapados en la crisis económica, de irresponsables malgastadores. Y así suma y sigue con todos aquellos que no comulguen con el discurso oficial.En su desespero argumental, el descalificador no se da cuenta, que es justamente él, quien más se descalifica al poner en evidencia su falta de argumentos. Y lo peor, con cada descalificación, agrava su peso moral para el liderazgo. Por lo cual, el empleo de este tipo de recursos comunicativos deja en muy mal lugar, ante la opinión pública, a quienes lo esgrimen, pues evidencian sus carencias intelectuales y miserias democráticas. La democracia hay que vivirla día a día, en cada acto, en cada palabra, en cada gesto y no solo cada cuatro años cuando tocan elecciones. El número de votos obtenidos, no hay que entenderlo como un pasaporte para decir o hacer lo que te venga en gana. Un mayor respeto por el interlocutor o el adversario, evitaría argumentos sustentados en la burda falacia 'ad hominem', y ayudaría sin duda a mejorar la práctica y credibilidad de nuestro sistema democrático.

Jordi Viola Giner
Alaior