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El señor Vicenç Tur ha dicho dos medias verdades en los dos últimos días, la suma de las cuales no construye una verdad sino que revela un proceder tan turbio en sus manifestaciones como turbio ha sido toda su actuación  en este asunto, en el que, según parece, no tuvo reparo en utilizar medios públicos con fines partidistas. Dice que su grupo «ha solicitado conocer el expediente relativo a la vivienda de la alcaldesa pero que no les ha sido entregado». Al día siguiente, ayer,  insiste en «que su grupo no ha visto ningún informe sobre el caso».

Efectivamente, no lo ha visto ni se le ha entregado el expediente porque en absoluto se han interesado, no han pedido ni un solo papel ni informes ni detalle alguno sobre un procedimiento del que no se había abierto expediente siquiera cuando el PP llegó al gobierno municipal en junio de 2011.

Este gobierno municipal nunca ha hablado de juego sucio en la denuncia, lo han hecho otros colectivos, particulares u organizaciones ante lo que parece evidente, el momento en que aparece la denuncia, el extraño procedimiento utilizado, la filtración pública y la agilidad que se pretende imponer a este caso cuando más de 50 expedientes de disciplina urbanística, algunos datados en 2008, se hallaban todavía en 2011 esperando resolución.

Si el anterior alcalde está harto de que se critique el proceso ha de asumir sus responsabilidades, también menospreció a los mahoneses que no le votaron quizá por hartazgo de su breve y errada política, de la que, por cierto, aún pagamos consecuencias como el monumento a la vergüenza que nos dejó en Cala Llonga. Nadie mandó allí a Regestril a comprobar volumetrías.

Las personas empiezan a ser maduras cuando dicen verdades completas y asumen su responsabilidad.  Y, sobre todo, cuando son capaces de explicarse de forma coherente, sin el peso ni la subordinación a sus antecedentes.