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Parece ser que finalmente el PP va a ser el abanderado de promover pestes contra ese nuevo partido llamado Podemos. Algo que no deja de ser curioso en un panorama político nacional donde el tufo de que algo huele mal es tendencia arraigada desde hace tiempo. En esa campaña de desprestigio, tengo la impresión se van a quedar solos después de que la izquierda haya comprendido que más allá de sus críticas iniciales, tiene mucho que aprender del discurso de su líder Pablo Iglesias, simplemente por el hecho de haberles demostrado estar en mejor sintonía con parte de sus tradicionales votantes.

La derecha es un caso aparte. Podemos, literalmente les saca de quicio porque les desnuda en sus deficiencias políticas, y representa con votos el fracaso de sus decisiones en la acción que ejercen de gobierno así como la fractura social en que está inmerso el país por su culpa. Y todo ello lo pone de relevancia, el recién llegado, justamente a un año vista de las próximas elecciones generales con poco margen de maniobra y todo el pescado vendido. La irrupción de Podemos no estaba en ningún modo contemplada en la estrategia pepera de apalear a los ciudadanos durante los tres primeros años de su mandato a base de subidas de impuestos, recortes de derechos y salarios, para finalmente aparecer en el cuarto y último año aireando como salvadoras unas reformas que a tenor de las críticas que les caen de todos lados, no llevan a ninguna parte más que al burdo enredo de intentar vestir nuevamente a la mona de seda, para desvestirla en cuanto las elecciones hayan pasado.

Su poca ejemplarizante campaña centrada en un ataque rezumante de doblez, ora calificando a dicho partido de radical, ora simplemente menospreciándolo, ignora que más de un millón de ciudadanos confiaron en él y que entre ellos, también ha habido muchos votantes de derechas que no queriendo seguir siendo engañados, depositaron su voto en él. Por ejemplo en Madrid, en el barrio de Salamanca símbolo y bastión del voto del PP, el susodicho proscrito partido les hizo un girón de seis mil votos nada sospechosos de provenir de la izquierda.

¿Se acuerdan ustedes de aquella campaña de los socialistas en los noventa sacando perros rottweilers con cara de pocos amigos en la televisión, para avisar del peligro de la llegada de la derecha? Una campaña que por cierto benefició finalmente a estos últimos al merecer todo tipo de críticas, hasta el punto de ser retirada, pues bien, la campaña iniciada esta vez por el PP a través de sus dirigentes contra la recién nacida formación política de Podemos, va camino de dejar a los peligrosos rottweilers en algo así como perritos de aguas con tal de menoscabar con declaraciones descalificatorias la opinión pública sobre dicho partido. La ciudadanía que se ha hecho ya mayorcita a base de votar y ser engañada, sigue tomando nota de las declaraciones poco democráticas que no hacen sino reafirmar lo acertado de aquellos que votaron a Podemos, y confirmar entre el resto de los votantes, de que guste o no, bendita ha sido su aparición en el poco perfumado panorama político español.