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Sirva esta breve nota como agradecimiento público a todas las personas que trabajan en la planta de medicina interna del hospital Mateu Orfila. He compartido con ellas la semana más dura que se pueda pasar, mientras la vida de mi padre, Arturo, se apagaba. Tengo que decir que su profesionalidad y amabilidad ganaron nuestra confianza, pero fue su cariño, humanidad y empatía las que hacen que me sienta en deuda con ellas.

Permítanme por tanto romper una lanza desde estas páginas en favor de las personas que trabajan en la sanidad pública y que con su esfuerzo diario, con su vocación y con su voluntad de servicio, cuidan de todos nosotros en nuestras horas más difíciles. Profesionales que van mucho más allá de lo que les exije su trabajo y cuidan a diario de desconocidos como si fueran su propia familia, pese a todas las dificultades que la actual política económica les impone y que compensan redoblando sus esfuerzos para que no sufran las consecuencias los pacientes. Pido desde aquí a todos un apoyo unánime a nuestro modelo de sanidad pública y ruego a nuestros políticos y gestores públicos que sean conscientes de ello y actúen en consecuencia.

Quiero acabar esta carta agradeciendo personalmente al doctor Guerrero, que atendió a mi padre y me acompañó en todo momento, su profesionalidad, amabilidad y, por encima de todo, su honestidad y bonhomía, por lo que quedo en deuda con él de por vida: muchas gracias por todo.