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¿Alguno de ustedes entiende por qué en las perreras la mayoría de gente prefiere adoptar a un cachorro antes que a un perro adulto?

Pues olviden esta cuestión puesto que yo deseo hablarles de personas.

La madrugada del día 6 de febrero (noche lluviosa y fría que conste) en dicha calle donde vivo actualmente sucedió algo que aun me quita el sueño. Poco antes de las 4 de la madrugada me despertó un grito proveniente del exterior, al cual no presté mucha importancia ya que, tras un año conviviendo en la zona he aprendido que a altas horas de la noche puede ser, levemente, un barrio conflictivo. Pasaron unos minutos cuando volvieron lamentos mas continuos acompañados de gritos de «socorro» y ya no dudé en asomarme por la ventana para ver que sucedía. Calle abajo una anciana (de unos sesenta y muchos años) había caído al suelo en medio de la carretera y fue esta imagen la que me puso en alerta. Salí a la calle con lo puesto y me dirigí a socorrer a la mujer. La pobre estaba empapada y prácticamente azul por el frío. Comprobé que podía moverse y que no tenía nada roto y acto seguido la ayudé a incorporarse y ponerla a resguardo del viento, mientras pedía una ambulancia por teléfono. Pude observar que la señora estaba un poco desaliñada, vestida con ropa de cama, cubierta por un chaquetón y bastante desorientada. Llegaron los servicios médicos y, por casualidad, también pasó por allí la Policía Nacional (que, por cierto, me sorprendió su poca sed de información hacia un hombre que acaba de encontrarse a una anciana tirada en medio de la calle a las cuatro de la madrugada), la atendieron, la subieron al vehículo y se la llevaron.
Ya eran las 4.30 horas.

Al mediodía me acerqué por Urgencias para saber de esa mujer y para mi sorpresa me dicen que no saben quien es y que nadie ha preguntado por ella y fue esa noticia la que me hace recapitular lo sucedido.

Los hechos ya los conocen pero quiero añadir, y éste es el motivo de mi carta, mi indignación con los vecinos de Santa Caterina. Antes de este suceso esta mujer pudo estar entre 15 y 20 minutos en el suelo entre el auxilio que me despertó hasta el gritar continuo que me hizo levantar de la cama, y siguieron otros 20 o 25 minutos hasta que llegó la ambulancia. Posiblemente 40 minutos con los primeros gritos más los míos propios añadidos que intentaban comunicarse con la anciana.

¿Y nadie más salió para ver que pasaba?

Aun no me perdono ignorar el primer signo de lo que sucedía, pero tengo en cuenta que mi portal está a unos cuantos metros calle arriba de donde cayó la señora y que allí donde ella estaba hay más viviendas y plantas bajas con habitaciones que dan directamente con la acera.

¿Nadie escuchó gritos de socorro, que me despertaron a casi cien metros y en un segundo piso, en la puerta de su propia casa?

Ni aun cuando la zona estaba iluminada por las luces de los vehículos vi una sola cabeza asomarse, cosa rara ya que a chafarderos en Menorca no hay quien nos gane.

Creo que en la Isla nunca pasa nada porque nadie denuncia nada.

En un principio pensé que la pregunta con la que inicio este escrito podría resultarles extremista, ofensiva e inadecuada, pero después de esta experiencia me quedo con la duda de si convivo con la habitual falta de empatía de los humanos o con la indiferencia propia de los animales.

He descubierto que la anciana responde al nombre de Carmen, padece demencia senil y está ingresada en el hospital Mateu Orfila. Por favor, si algún familiar la reconoce no hace falta que me lo comunique. Me basta con que recuerden que una mujer mayor, desorientada y sola es un motivo más que suficiente para que a un servidor se le parta el corazón.

Atentamente,

Marc Silverio Ontiveros Mercadal
Aux. Ayuda Domiciliaria l MAHÓN