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Trepando hacia la cumbre de la memoria, mientras un aire fresco y húmedo a la vez me acompañaba abriendo lentamente las páginas de un ayer lejano y cercano a la vez, me encontré nuevamente con aquellos tres hombres que a principios de 1980 iniciamos una aventura en el diario MENORCA.

Casualidades de la vida hicieron que mis nuevos compañeros fueran de Ciutadella, la ciudad de mis sueños por la cual siempre he sentido un cariño especial. Siempre pensé que algo de ello debieron influir mis simpatías hacia ellos.

Y pasó el tiempo y las páginas de aquel mi diario quedaron huérfanas del maestro Pere Melis, mientras en este viernes 11 de un primaveral diciembre, he leído con dolor la esquela comunicando la partida de Tino Pons, uno más del cuarteto del 80.

Estoy convencida que ha subido la escalinata celestial compuesta de bellos poemas que nadie como él, mi apreciado Tino, sabrá recitar al Bon Jesús.

Y nada más compañero, no voy a loarte, lo hice infinidad de veces en vida que es lo que verdaderamente vale. A buen seguro el tercer hombre, mi admirado Antoni Bonet, recordará nuestras andanzas en la escritura mientras desde este Talaiot de Trepucó, la mahonesa, como solíais llamarme, la que no estaba a la altura de vuestro saber y preparación periodística, continuará recordando los balbuceos en «Es Diari».

Descansa en paz. Mi más sentido pésame a familiares y amigos.