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El pasado sábado, junto con mi hijo de 10 años, salimos a la calle para disfrutar de la Rúa Carnavalera 2016. Para presenciar a toda la comitiva, nos apostamos en la Plaza de la Constitución, justo a los pies de la escalera de nuestro Ayuntamiento.

Cuando uno va a ver un acto de este tipo, ya sabe que es un día donde está permitida la parodia algo más subida de tono, es algo que todos sabemos y entendemos, pero de ahí a lo que presenciamos frente a la propia mirada de nuestra alcaldesa, hay un mundo.

Las carrozas y comparsas iban pasando, hasta que apareció una donde las figuras representadas eran un obispo y una monja. Hasta aquí, nada que decir, faltaría más, ahora bien, cuando los personajes en cuestión, con el «obispo» subido en una butaca sobre un coche, y la «monja» se dedican a representar actos obscenos de contenido sexual, con el «obispo» cerveza en mano, creo que deja de tener su gracia y se convierte en algo ofensivo y de mal gusto.

Todo ello, ante la presencia de niños, claro. Digo yo que es normal que los niños salgan a ver la rúa de su ciudad. ¿Estamos dando el mejor ejemplo a nuestros hijos?. Cuando uno se disfraza en Carnaval, es muy libre de ir cómo quiera y actuar cómo desee, allá él, pero cuando participa en una rúa, debería exigírsele un mínimo de contenido y de conducta.

Doy por hecho –y de veras que lo digo sin ironía ninguna- que el Ayuntamiento no tenía conocimiento de cuál sería el proceder de esta carroza / comparsa –no sé cómo definirla, la verdad- pero debería tomarse nota para años venideros. Por cierto, ¿qué habría pasado si en lugar de ser un «obispo» y una «monja» se hubiese tratado de un imán?. Por mi parte, desde luego, me hubiese parecido igual de mal.

Lo mofa, burla y escarnio de algo, aprovechando la impunidad que te da el Carnaval, es algo vergonzoso, si además, entra dentro de los actos que organiza un Ayuntamiento, es aún más grave.