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El movimiento contestatario de Mayo del 68 en París popularizó el grito de guerra «prohibido prohibir», que tuvo gran repercusión en la Francia de esa época. Grupos de estudiantes de izquierda, fuertemente ideologizados, a los que se añadieron diversos colectivos, sindicatos y el Partido Comunista, desataron una de las mayores revueltas y la mayor huelga general de la Francia de Charles De Gaulle. Este movimiento se extendió rápidamente a otros países que también sufrieron oleadas de protestas e insurrección.

Con el paso de los años, aquella izquierda que acuñó el «prohibido prohibir» se ha transformado en todo lo contrario, en una izquierda totalitaria dispuesta a prohibir todo aquello que no le gusta. Ahora se conocen como los partidos del «No a todo», toda una declaración de intenciones que describe perfectamente su forma de gobernar.

En este proceso liberticida de nuestra izquierda se tiene que enmarcar la proposición de ley que iniciará su trámite parlamentario el próximo martes día 19 de abril y que pretende modificar la Ley 1/1992 de protección animal.

Con esta ley, no se pretende solamente prohibir los espectáculos taurinos, como los promotores de esta iniciativa legislativa insisten en repetir, sino que también prohíbe determinadas competiciones de caza, así como espectáculos y fiestas en las que participen animales.

El punto más polémico de la ley dice textualmente:

1. Amb carácter específic es prohibeix així mateix:
a) L'ús d'animals en festes, en circs amb animals salvatges i en espectacles en els quals aquests siguin objecte de mort, tortura, maltractament, danys, sofriments o tractaments antinaturals.

Con la literalidad de este artículo, y en lo que a nosotros respecta, quedaría prohibido el uso de animales en fiestas y quedarían prohibidos los espectáculos donde se diera un trato antinatural a un animal. Desde mi punto de vista, aplicando este punto de la ley, si se llega a aprobar tal cual, las fiestas patronales de Menorca podrían ser perfectamente prohibidas.

En la Comisión de Cultura del Parlament del pasado día 14 de abril se debatió una propuesta del PP sobre esta ley. Ante nuestra argumentación, la izquierda, promotora de esta proposición de ley, se vio obligada a admitir que, en efecto, el punto en cuestión puede dar pie a distintas interpretaciones, de forma que un juez, ante cualquier denuncia, podría llegar a prohibir nuestras fiestas. De hecho, los partidos de izquierda ya han anunciado que enmendarán, durante el trámite parlamentario, su propia ley. Reconocen, por tanto, su ridículo y entienden que el Partido Popular tenía razón al denunciar este hecho.

La rectificación de la izquierda y el anuncio de que enmendarán su propia ley augura que las fiestas patronales de Menorca quedarán a salvo, de momento, de la quema inquisitorial de la izquierda, no así el toro de Fornalutx que, a pesar de que no se le produce ni un rasguño, ni sufre daño alguno, la furia antitaurina de la sectaria izquierda, terminará con una tradición centenaria.

Sin embargo, no podemos estar tranquilos cuando el presidente del colectivo animalista Mallorca sense sang ha dicho que «aún» no se han planteado lo de las fiestas de caballos de Menorca, ni cuando el diputado de Més per Menorca Josep Castells dice que las tradiciones tienen que evolucionar. Y menos cuando el PSOE, Podemos, Més per Mallorca y Més per Menorca votan en contra de una propuesta del PP que dice textualmente:

El Parlament de les Illes Balears insta al Govern de les Illes Balears, al Consell insular de Menorca i als ajuntaments d'aquesta illa a vetllar pel manteniment, defensa i reconeixement de les festes de Sant Joan de Ciutadella i de la resta de municipis de l'illa de Menorca on hi participen els cavalls.

En mi modesta opinión, la prohibición de los espectáculos taurinos es sólo un primer paso. Es el primer gran triunfo de los movimientos animalistas. Han conseguido acorralar una tradición muy arraigada en España que, como las fiestas de caballos, parecía imposible que se pudiera prohibir. La izquierda, en su desnortamiento, ha asumido con todo su rigor los postulados liberticidas de los colectivos animalistas y están aboliendo donde pueden los espectáculos taurinos. Esperemos que nuestras fiestas no estén en sus próximos objetivos. El tiempo dirá.