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Las organizaciones sindicales –con el apoyo de los partidos de izquierda- conmemoraron ayer el 1º de mayo, una cita cada año más simbólica a tenor de la escasa participación. Ello no resta valor a la trascendencia de una reivindicación, como la de este año, a favor de una contratación de calidad. La precariedad en el empleo se ha visto cronificada por las sucesivas reformas laborales.

La mejoría económica debe implicar un incremento en los contratos de trabajo. El empleo constituye, hoy, el principal problema al que tienen que hacer frente tanto la Administración –que solo parece ver en la flexibilidad y el abaratamiento del despido la única salida posible- como los empresarios y los sindicatos. El paro sigue presentando tasas elevadas, a pesar de la reducción que ha acumulado estos últimos meses.

Las organizaciones sindicales en su conjunto también se ven afectadas por la corriente de descrédito generalizado de las instituciones. Cada año es menor el número de ciudadanos que acuden a las manifestaciones del 1º de mayo. Los sindicatos deben acometer con urgencia una profunda reforma, modernizar sus estructuras y sus mensajes. Su papel es importante, pero debe recuperar credibilidad, capacidad de interlocución y representatividad.