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El rey don Juan Carlos justifica en la necesidad de un cambio generacional su trascendental decisión de abdicar, un golpe de efecto necesario para recuperar el prestigio que precisa la institución monárquica en España. La tarea, los retos y las responsabilidades que aguardan al príncipe don Felipe, que con la reina han evitado la erosión que sufrido la Monarquía, son ingentes e inaplazables.

Asistiremos, por tanto, al arranque de una nueva etapa tras los 39 años de reinado de don Juan Carlos, con un balance de cuatro décadas de libertades, progreso y convivencia.

La renuncia del Rey es la consecuencia lógico de una estrategia para que la Corona recupere el apoyo popular que obtuvo don Juan Carlos.

La monarquía de todos precisaba una profunda renovación para sintonizar con los nuevos tiempos y las nuevas sensibilidades sociales. Así lo ha entendido el Rey al ceder la Jefatura del Estado a don Felipe.

La revisión en profundidad del sistema político español no es reclamada hoy por la mayoría de ciudadanos. En cambio, se impone la modernización de la Corona para que sea un sólido referente de independencia, proximidad y transparencia.