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Esta noche ha concluido una campaña electoral atípica, cuyo escenario han sido los platós de televisión. La irrupción de nuevas formaciones y la erosión de las dos grandes fuerzas hegemónicas marcarán la próxima legislatura. Como ocurrió en los comicios locales y autonómicos de mayo, la distribución de escaños en el Congreso y el Senado abrirá nuevos escenarios, lo que motivará el aumento de la participación en las urnas.

La dispersión de voto propiciará un Congreso de los Diputados fragmentado lo que obligará a otras formas de hacer política en España que exigirán pactos y diálogos para lograr los entendimientos necesarios.

Las legislaturas de mayorías absolutas, según las encuestas de intención de voto, formarán parte de la etapa anterior. Las nuevas formas de gobernar el país deben resolver conflictos como el soberanismo catalán y la corrupción política. Y en el caso de Balears, otro modelo de financiación, más justo, y la mejora del transporte aéreo, aunque en unas elecciones generales, los partidos regionales tienen serias dificultades para hacer llegar sus propuestas a los electores, alejados de los grandes debates y los medios audiovisuales de cobertura estatal.