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La detención del secretario general de Manos Limpias, Miguel Bernad, acusado entre otros delitos, de extorsión, y las revelaciones de los abogados de la infanta Cristina de Borbón que esta organización reclamó una suma millonaria a cambio de retirar la acusación contra la hermana del Rey, han provocado un seísmo con epicentro en el caso Nóos. Pero la letrada de Manos Limpias ha anunciado que quiere continuar. Su retirada implicaría que la infanta quedaría exculpada, al no ser acusada ni por la Fiscalía ni por la Abogacía del Estado.

Si doña Cristina se ha sentado en el banquillo ha sido a petición de un sindicato ultraderechista cuya credibilidad hoy está gravemente cuestionada, pero también por el juez instructor, José Castro, y por la Audiencia de Palma, que se negó a aplicar la doctrina Botín. El tribunal que ahora juzga a la hija de Don Juan Carlos y hermana de Felipe VI es consciente de que sin Manos Limpias no hay caso Infanta. Y que quien ejerce la acusación popular es un sindicato investigado por extorsión, organización criminal, fraude y falsedad documental. La mejor opción para Cristina de Borbón no es la retirada de Manos Limpias, porque siempre persistirá la duda de si ha tenido un trato de favor. Debe continuar el proceso y en el juicio han de ser valorados los argumentos de la acusación.