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En un territorio como Menorca, con una tradición musical arraigada y extendida, es incompresible que se disponga de un Conservatorio en unas condiciones tan precarias como las que padecen los docentes y los alumnos de la sede de Maó.

A la demora eterna a la hora de poner en marcha de verdad la construcción de una nueva sede, se suman las dudas de la comunidad educativa sobre la viabilidad del acondicionamiento de la Sala Augusta, proyecto que se antoja complicado y que, eso es seguro, se demorará mucho en el tiempo.

La voluntad de recuperar edificios históricos, un objetivo loable en una ciudad en la que abundan, no puede ser una hipoteca para el digno ejercicio de unos estudios que merecen el mismo respecto e idéntica consideración que cualquier otro. Sucede lo mismo que con la Escuela de Adultos, que son tratados como centros educativos de segunda categoría. Que los recursos son limitados es evidente. Pero los profesores y las familias del Conservatorio no se merecen falsas promesas, inconcreciones y más jarros de agua fría. Hay que dejar de enredar. hablar claro y buscar, sin condicionantes políticos previos, la solución más efectiva.