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Miles de ciudadanos se han manifestado este fin de semana para expresar su apoyo a los refugiados, un aldabonazo a la conciencia social y a las políticas de acogida de los gobiernos que ha evidenciado la falta de sintonía entre la demanda de una solidaridad activa y la indiferencia o parálisis de las instituciones. El 'efecto Aylan' se está diluyendo en los pasillos de los organismos internacionales ante la pasividad de unos responsables pendientes de los intereses electorales.

La llegada de miles de refugiados a Europa constituye un problema de enorme magnitud, cuya solución es incompatible con propuestas simplistas. La complejidad de la situación no se resuelve dando la espalda a quienes huyen de los conflictos bélicos, el acoso del yihadismo o buscan una vida mejor.

La pasividad de la UE en la acogida de los refugiados tiene su origen en un aumento del terrorismo islámico y el rédito político que genera el blindaje fronterizo. La derecha radical gana terreno y con argumentos similares ganaron los partidarios del 'Brexit'.

El clamor ciudadano debe romper la insensibilidad ante la insolidaridad y defender con eficacia los derechos humanos.