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Londres fue, ayer, el escenario del último atentado con víctimas mortales en una gran capital europea, coincidiendo con el primer aniversario de la matanza yihadista en Bruselas. Cuatro fallecidos, entre ellos el responsable del ataque junto al palacio de Westminster, y dos decenas de heridos, es el primer balance de este acto terrorista. Scotland Yard aún no ha facilitado datos sobre la autoría ni el móvil de la acción.

La seguridad se ha convertido hoy en un concepto relativo en los países occidentales, donde los atentados obtienen una gran repercusión mediática. Estos actos violentos tienen un preocupante denominador común: no hay objetivo al no existir ningún tipo de selección previa de las víctimas. Al contrario, cuanto más indiscriminado y masivo, mayor es el éxito que se atribuyen los autores.

Lo ocurrido ayer en Londres no es una excepción. La intervención de los llamados 'lobos solitarios' -asesinos que actúan al margen de cualquier organización- está muy lejos de considerarse controlada. Este dramático fenómeno sólo podrá ser neutralizado desde la perseverancia y la colaboración internacional, así como en el origen de la radicalización.