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El pleno del Parlament fue ayer un ejemplo de lo que no debe ser el debate político, en este caso por el grave crisis en la que se halla inmerso el Govern. Las réplicas a la oposición no pueden tener como único argumento el 'y tu más', como hizo el conseller de Medio Ambiente, Vicenç Vidal, que ha asumido de manera temporal las responsabilidades de la cesada consellera Ruth Mateu.

Algunos de los más directos protagonistas, como la presidenta Armengol y el vicepresidente Barceló, optan por esperar con el deseo de que escampe el temporal. La presidenta del Govern no puede dar por zanjada su intervención con sus explicaciones tras el cese de Mateu, una medida que ha provocado la salida de Més por Menorca del Ejecutivo. Lo que se cuestiona es la acción y la credibilidad del Govern en conjunto, que actúa de forma colegiada. Se repiten los mismos errores del pasado al concebir las conselleries como comportamientos estancos. El vicepresidente Barceló, detonante de una cascada de acontecimientos cuyo final se desconoce, sigue callado. Un silencio clamoroso que hace sospechar la falta de argumentos para explicar lo ocurrido, agravado por la investigación penal abierta por la Fiscalía Anticorrupción.