TW

La eficaz actuación de los Mossos d'Esquadra logró abatir al autor material de la matanza de Barcelona. En una situación normal habría sensación de alivio y anhelo para recobrar la paz y la convivencia ciudadanas. Pero en una Catalunya en pleno debate soberanista todo indica que aún se vivirá mucha crispación, como confirma que los partidos independentistas catalanes, y no todos, acudieran en calidad de observadores al pacto antiyihadista. Hay confrontación, cuando las auténticas líneas rojas son los regueros de sangre de las víctimas inocentes del fanatismo islamista.

La CUP, que tiene la llave de la gobernabilidad en el gobierno catalán, ha embestido contra el rey Felipe VI, intentando vincularlo con el terrorismo por sus relaciones con Arabia Saudita. Después ha reconsiderado su rechazo inicial a acudir a la manifestación unitaria del sábado si asistía el jefe del Estado. Otro elemento de malestar. Después de los atentados, que sitúan a Catalunya en primer plano internacional, el intento de acelerar el proceso independentista tendría una gran repercusión. En este escenario la CUP inyecta confrontación, cuando es el momento del diálogo, la paz y el entendimiento.