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Miles de ciudadanos salieron ayer a la calle para manifestarse a favor de la unidad de España y apoyar a los cuerpos de la Policía Nacional y la Guardia Civil. Una respuesta legítima y respetable al proceso secesionista de Catalunya que supone un claro desafío al Estado. En estas concentraciones hay que lamentar las agresiones e insultos protagonizados por personas violentas e intolerantes, como ocurrió en Palma.

Defender el marco constitucional como espacio de concordia, diálogo y entendimiento resulta incompatible con los grupos radicales. La discrepancia siempre debe ser pacífica y no resulta admisible la violencia ni en el debate de ideas ni en la controversia política.

El proceso independentista abierto por la Generalitat ha abierto una gran polémica con ecos, reacciones y manifestaciones en toda España. en la que intervienen factores emocionales con la exaltación de posiciones. Trasladar la tensión a la calle no ayuda a solucionar el conflicto, ni dentro ni fuera de Catalunya, Se necesitan gestos para recuperar el sosiego que facilite un clima de acuerdo en el marco del Estado de Derecho. Este es el clamor silencioso que nadie quiere escuchar.