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Las declaraciones de María Salom, desde hace un año al frente de la Delegación del Gobierno en Balears, confirman un cambio radical del papel político del representante de la Administración central en las Islas. De la mano de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría las delegaciones en las comunidades autónomas han dejado de tener un carácter técnico y han adquirido peso político.

La designación de Salom respondió a la necesidad de contar con una voz propia de La Moncloa en Balears. Salom, que adquiere un relevante protagonismo político, dirige severos reproches de «victimismo» al Govern que preside la socialista Francina Armengol. El Gobierno de Mariano Rajoy quiere hacer oír su voz en las Islas, más allá de la presencia esporádica de sus altos cargos o los ministros. La Delegación del Gobierno rebasa su mera función de gestión administrativa y pasa a desempeñar un nuevo rol en el escenario político del archipiélago. Sería inexacto atribuir a Salom el papel de contrapoder del Govern, pero se ha abierto una nueva etapa a la que deberán estar muy atentos los directores insulares de la Administración del Estado, en el caso de Menorca, Javier López-Cerón.