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Unos 22.000 pasajeros de Ryanair han sufrido en Balears las consecuencias de la huelga convocada por los tripulantes de cabina, una protesta que pretende denunciar las fórmulas abusivas de contratación que utiliza esta aerolínea para abaratar los costes laborales. La respuesta de la dirección de la empresa irlandesa ha sido contundente: suspensión de numerosos de vuelos y amenaza masiva de despidos. Las condiciones contractuales de los tripulantes de cabina han dejado en evidencia algunas de las razones por las que Ryanair ejerce el liderazgo en los vuelos de bajo coste.

La cuestión de fondo en este conflicto es la disparidad con la que se trabaja en el seno de la Unión Europea, con distintas normativas que acaban generando importantes agravios. Permitir la libre circulación de personas y bienes sin un marco legal homogéneo es una fuente constante de problemas. Ocurre en el terreno jurídico, con el caso de Puigdemont, y también en los ámbitos fiscal y laboral.

Lo sucedido ayer con Ryanair merece ser sancionado con severidad al incumplir los mínimos asignados. El bajo coste de los pasajes no justifica la desatención y el desprecio de los usuarios. Hay que aplicar medidas.