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Después de las dimisiones de los ministros Màxim Huerta y Carmen Montón, el presidente del Gobierno debe afrontar una nueva crisis política por los comentarios homófobos de la ministra de Justicia, Dolores Delgado, en un almuerzo con el excomisario José Manuel Villarejo, hoy en prisión por su implicación en casos de corrupción. Delgado, entonces fiscal de la Audiencia Nacional, aludió despectivamente al titular del Ministerio del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

La polémica se ha agravado con la petición de dimisión de la ministra, formulada por Podemos. La conversación difundida ahora contiene comentarios inapropiados de la ministra de Justicia. Grande-Marlaska ha disculpado a su compañera de Gabinete y cabe suponer que zanja la cuestión en lo personal, pero no cierra la derivada política, agravada por las contradictorias versiones que ha dado Dolores Delgado. Se ha visto obligada a desmentir sus propias afirmaciones, cuestionando las informaciones publicadas para no tener que asumir los hechos. Este es el grave error de la titular de Justicia nombrada por Pedro Sánchez. Ahora debe pagar un precio político porque un ministro no puede mentir.