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La decisión de cerrar el vertedero de basuras situado en la cabecera de pista del Aeropuerto y trasladarlo a los terrenos de Milà se adoptó precipitadamente, en 1981, tras la colisión de unas gaviotas con un avión durante la maniobra de despegue. No era el lugar adecuado por su inmediata ubicación junto a S’Albufera des Grau y por el gran impacto medioambiental que provoca al estar situado en el corazón de la Reserva de Biosfera de Menorca.

La gestión del vertedero de Milà ha acumulado numerosos errores y graves episodios como el registrado en la víspera de Nochebuena del 2014, cuando el Govern balear ordenó su clausura tras detectar un elevado riesgo de contaminación por la infiltración de lixiviados de la planta de residuos a la capa freática. A pesar de ser Reserva de Biosfera, aún no ha concluido la redacción del Plan Director de Residuos de Menorca, lo que constituye un incumplimiento al que debemos añadir que Menorca debe generar 5.500 toneladas menos de basura al año para cumplir con la Ley de Residuos de Balears.

En conjunto, un problema que es preciso afrontar para gestionar los residuos con más eficacia y menos impacto.