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El grave caso de violencia machista registrado ayer en Menorca, con el atropello intencionado de una mujer por quien era su compañero sentimental, sitúa en primer plano la reiteración de amenazas, vejaciones y agresiones, que culminan con asesinatos, de numerosas mujeres.

La violencia de género es una lacra que no cesa, como confirma la terrible estadística de cuarenta mujeres que este año ya han perdido la vida en España a manos de sus parejas o exparejas. Una cifra inaceptable que va en aumento, teniendo en cuenta que durante todo el 2018 se registraron 48 víctimas mortales por estos brutales ataques. El Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra en noviembre, constituye un aldabonazo para concienciar a la sociedad, pero este bárbaro comportamiento no remite.

Es preciso un cambio radical para afrontar y acabar con esta lacra en una sociedad democrática que hace gala de derechos y libertades, pero donde las mujeres siguen siendo vejadas, agredidas y asesinadas.

Corresponde a las familias y a la escuela desarrollar la pedagogía formativa, y a los servicios sociales y la Justicia, la prevención y la tutela necesarias.