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EEl secretario general del PSOE, presidente del Gobierno en funciones y, de nuevo, candidato a La Moncloa abrió el espeso y tedioso debate electoral a cinco pretendiendo sorprender con un ‘gran anuncio’ que pasó inadvertido. «Propongo que, si no hay acuerdo, gobierne la lista más votada», proclamó Pedro Sánchez. A pesar de que no suscitó el interés de los otro cuatro aspirantes, esta oferta evidencia la soledad política en la que se halla quien ha convocado las elecciones del 10-N y ha encabezado las encuestas de intención de voto hasta que se ha autorizado su publicación.

El ‘gran anuncio’ desnuda a Sánchez porque ya admite -excusatio no petita, accusatio manifesta- las dificultades con que se encontrará para formar Gobierno y ser investido presidente con las reglas que establece la Constitución. El tacticismo de Sánchez al forzar unas nueva convocatoria electoral después del 28-A ha abierto un escenario endiablado, donde el PSOE mantendría a duras penas los escaños logrados hace seis meses, e incluso podría retroceder. La cuestión no se reduce a la investidura, como pretende Sánchez, sino a contar con apoyos parlamentarios para aprobar leyes y los Presupuestos Generales del Estado. A gobernar, en definitiva.