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Sin sorpresas, pero por la mínima, el candidato socialista, Pedro Sánchez, fue investido presidente por el Congreso. Un ajustado resultado que abre la puerta al primer Gobierno de coalición de la democracia, formado por el PSOE y Unidas Podemos. Un Ejecutivo que, sin mayoría absoluta en las Cortes, debe superar el bloqueo instalado en la política española. Porque los socialistas y UP, al sumar 155 diputados, precisan del apoyo de otros 21 parlamentarios.

Viene ahora lo más complicado: conseguir la estabilidad y los apoyos para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, con unas cuentas que aumentan el gasto público; y conseguir la reforma de las pensiones, la reforma laboral, la renovación del Tribunal Constitucional y el Poder Judicial, y la eliminación de los aforamientos. Todo ello, amenazado por el futuro de Catalunya.

No figuran como prioridades las dos grandes cuestiones que preocupan en Balears: la financiación autonómica para obtener los recursos que necesita el Govern; y dotar de contenido el Régimen Especial. Armengol debe exigir desde el primer día, con firmeza y argumentos, una solución a estas dos reivindicaciones. Balears se juega mucho con el nuevo Gobierno.