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El debate sobre el turismo de cruceros en el puerto de Maó evidenció que la rada mahonesa ha quedado pequeña para los cruceros cuya eslora ha ido aumentando significativamente estos últimos años. Unos barcos que no encajan en el puerto por las dificultades que encuentran para realizar las maniobras de atraque, viro y reviro por sus dimensiones cada vez mayores.

La consignataria de buques Rosa Cardona, gerente de la Agencia Cardona, desveló que se han registrado escasas solicitudes para fondear fuera del puerto. La última vez fue en 2016, por una naviera que había previsto dos escalas, aunque finalmente solo llevó una a cabo.

El fondeo de los cruceros en la bocana del puerto y el desembarco de los pasajeros, mediante barqueo, en un «pequeño pantalán» en La Mola tampoco convence porque resuelve un problema pero crea otros, provocados por el traslado de los cruceristas hasta el núcleo urbano de Maó a través de la carretera de La Mola, una infraestructura viaria que no está dimensionada para acoger un intenso tráfico rodado.

El puerto de Maó no admite la entrada de barcos que superen los 277 metros de eslora. Debe apostar por otros buques.