TW

El parón en la economía que ha provocado la pandemia está dejando un importante reguero de consecuencias, todas ellas negativas. A las cifras ya conocidas sobre el brutal incremento de las tasas de desempleo y cierre de empresas, también hay que añadir los efectos sobre las cuentas públicas.

El Govern acusa de una manera dramática el descenso en la recaudación tributaria, en especial en aquellos impuestos más activos: tasa de juego, transmisiones patrimoniales y sucesiones y donaciones. Sin actividad económica no hay recaudación y, por el momento, la caída es ya de 46,8 millones de euros. El replanteamiento presupuestario del Ejecutivo de las Islas es inevitable. Se desploman los ingresos y el capítulo de gastos se dispara.

Las partidas destinadas a la asistencia social deberán, necesariamente, incrementarse en los próximos meses; los efectos de la crisis -que ya notan muchas familias- no han alcanzado todavía su punto más devastador; el apoyo de las instituciones en estas circunstancias es inevitable. Balears debe evitar el colapso económico y social, como lo ha logrado en la crisis sanitaria. El escenario en 2021 cambiará, pero hasta entonces queda mucho tiempo por delante.