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La culminación del proceso de desconfinamiento y el fin de la escalada está provocando la proliferación de comportamientos temerarios e irresponsables, las mínimas prevenciones frente al contagio de la covid-19 han desaparecido para numerosos colectivos. La organización de fiestas juveniles, botellones, concentraciones multitudinarias... están proliferando a pesar de las reiteradas advertencias de los científicos de que el peligro de los rebrotes es real. De nada está sirviendo el recuerdo constante del uso de las mascarillas, la limpieza de manos o la distancia social; los más incívicos e insolidarios han quedado vacunados de la tragedia vivida en los últimos tres meses en España y el resto del mundo.

Sería injusto atribuir este tipo de comportamientos solo a España o a determinades localidades –lo ocurrido en Ciutadella en la víspera de Sant Joan es un ejemplo significativo–, la despreocupada irresponsabilidad se puede constatar en Francia, Alemania, Portugal, Brasil, EEUU... En el punto actual la cuestión está en recuperar la conciencia de los peligros que todavía nos acechan ante un rebrote; las vidas que están en juego y los enormes perjuicios económicos que supondría la vuelta al estado de alarma y otro parón de la economía. La recuperación en este supuesto sería una quimera. Hacen falta serias campañas de concienciación ciudadana, dirigidas en especial a los más jóvenes. No se puede llegar tarde.