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Tal y como evoluciona la investigación sobre las cuentas opacas de don Juan Carlos, es lógico que Més y Podemos en Palma planteen a la Comisión de Gobierno retirar su nombre de la popularmente conocida como ‘plaça de ses Tortugues’.

Las noticias que se publican, y que no son desmentidas por el interesado, son de una gravedad extrema por su antigua condición de jefe del Estado. Porque, y además de posibles delitos, se descubre la doble moral del monarca. En su discurso de Navidad de 2008, cuando estalló la crisis financiera y él, presuntamente, sacaba cada mes 100.000 euros en ‘cash’ del banco suizo, llegó a decir: «Hay que disponer de reglas internacionales más eficaces para reforzar la transparencia del sector financiero». O en 2011: «Llevamos varios años sumidos en una severa crisis económica cuyos efectos negativos son para todos evidentes. Y para muchos, tristemente, demasiado evidentes por su dureza».

Si se confirman las sospechas, aquellas y otras frases similares son una afrenta singular contra la ciudadanía, una falta de respeto peor que la de Urdangarin con el ‘duque empalmado’. La retirada de honores debería ser entonces la mínima condena para quien hizo un gran bien en la Transición, pero que se condenó al creerse impune ante la ley.