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La pandemia del coronavirus, el largo periodo de confinamiento, las sucesivas restricciones impuestas para evitar los contagios -con el cierre de puertos y aeropuertos- y las cuarentenas exigidas por Gran Bretaña y Alemania han tenido un enorme impacto sobre el conjunto de la economía menorquina, que este año se ha desplomado. La temporada, que ya ha terminado, se ha reducido a una pocas semanas, con muchos establecimientos que optaron por no abrir.

El sector primario de la Isla, y concretamente la actividad centrada en la producción de leche y queso, se ha visto gravemente perjudicada por una caída en las ventas de hasta el 80 por ciento. La elaboración del queso con denominación de origen sigue bajo mínimos con la acumulación de las piezas en los almacenes de las explotaciones y las empresas de transformación. Gran parte de la leche, convertida en un excedente sin salida, se ha destinado a la producción de cuajada. De abril a junio, Coinga, Sa Canova y La Payesa vendieron 330 toneladas a Quesería Menorquina gracias al acuerdo financiado por el Consell. La ayuda de la institución insular se prorrogará hasta final de año, pero, ¿podrá mantenerse durante el 2021?