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La Comisión de Salud Pública retrasa cuatro semanas más la administración de la segunda dosis de la vacuna de AstraZeneca a los menores de 60 años, una decisión que contraviene las recomendaciones de la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Al mismo tiempo alimenta la confusión generada por efectos adversos mortales -formación de trombos- con una incidencia bajísima.

Un organismo como la Comisión de Salud Pública, dependiente del Ministerio de Sanidad, no debería adoptar medidas que contradicen las recomendaciones de la EMA.

Cabe suponer que Sanidad asume las consecuencias del retraso en el caso de que ello signifique una reducción de la inmunidad de los ciudadanos afectados, 1’5 millones según el último cálculo. Con estos cambios radicales de criterio no debe extrañar que crezcan las posiciones más escépticas con respecto a las vacunas, el único medio eficaz para detener la pandemia. Nadie duda de que se debe actuar con prudencia en el proceso de inmunización de la población. Lo que resulta un contrasentido y una incoherencia es pretender defender el prestigio de la EMA para luego torpedear sus recomendaciones.