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Desde principios de febrero España carece de un interlocutor cualificado en el Reino Unido al carecer de embajador. Este incomprensible vacío se produce cuando España, con directa incidencia para Balears, se juega gran parte de la temporada turística con los ‘semáforos’ del Gobierno de Boris Johnson que marcan los destinos seguros. El Gobierno británico calificó a toda España el 7 de mayo con ‘semáforo ámbar’, un mazazo para la industria turística de Balears al ser incluidos entre los países con la recomendación de no viajar por ocio y las exigencias de guardar cuarentena diez días al regresar a Inglaterra y aportar tres tests negativos. La clasificación será revisada el 7 de junio. Todas las expectativas están puestas en la aplicación de criterios diferenciados por comunidades. Y que en el caso de Balears se valore su riesgo bajo por la disminución del número de contagios. Pero el Gobierno Johnson también tiene en cuenta el número de vacunas administradas, y Balears se encuentra a la cola con un porcentaje del 36 por ciento por cada 100 habitantes, por debajo de la media española, que es del 45 por ciento. Precisamos un embajador en Londres que sepa defender el semáforo verde para las Islas.