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Las sectas registran un preocupante renacer, tras unos años casi desaparecidas por la pandemia. Las restricciones para evitar la propagación del virus impidieron que estos grupúsculos siguieran manipulando a sus adeptos. Ahora, en cambio, con la vuelta a la normalidad hay numerosos clanes dedicados a captar afiliados. Y más de 150 residentes en Balears, con especial incidencia en Mallorca, estarían en la órbita de estos desalmados. Hace décadas, la mayoría de sectas buscaban el dinero y los bienes de sus víctimas. En la actualidad, el objetivo de estos grupos es el control total sobre el individuo. El poder sobre sus decisiones. Anular psicológicamente a la víctima, y hacerle creer que sus problemas solo pueden ser superados con el gurú de turno, son las premisas de estos grupos. Sus técnicas se han perfeccionado y el reclamo ecológico es el más utilizado. Muchas personas necesitan el contacto con la naturaleza para olvidar los tiempos del coronavirus, así que los falsos sanadores apelan a este contacto con la naturaleza. Excursiones a parajes bucólicos, en grupos reducidos, o jornadas de playa son algunos de los programas que ofrecen las sectas. Internet también se ha probado como una herramienta útil a la hora de encontrar a personas vulnerables, que necesitan ayuda y caen en manos de desaprensivos.