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El aumento incesante de las crisis suicidas en Balears nos interpela a todos al demandar respuestas y medidas. El Teléfono de la Esperanza ha atendido en las Islas un 500 por ciento más de llamadas desde 2019, el triste récord del drama de la soledad y la incomprensión de muchas personas, que no hallan otra salida que autolesionarse. Desde la pandemia los problemas mentales se han disparado, por lo que es necesario contar con más medios para hacer frente a esta problema social.

En muchas ocasiones, los propios afectados ocultan su padecimiento, lo que complica más la solución. Hay quienes no pueden afrontar sus gastos mensuales; otros padecen el calvario de la crisis habitacional; y, al mismo tiempo, las adicciones al alcohol, drogas o juego hacen estragos. La falta de un horizonte claro aboca a muchas víctimas a intentar quitarse la vida, cuando siempre hay una solución a los problemas, por muy graves que parezcan. Un aumento de las llamadas desesperadas al Teléfono de la Esperanza desborda la estructura actual de voluntarios, por lo que es necesario reforzar la plantilla para atender todas las urgencias que se plantean. También es imprescindible la empatía y comprensión con los afectados. Y como prioridad, incrementar los recursos humanos para mejorar y agilizar la atención a los pacientes de salud mental en el IBSalut.