TW

Para perder una final de una Copa de la Reina hay que jugarla y llegar hasta ese partido es un mérito deportivo muy destacado. El marcador ajustado ante el Gran Canaria, en el partido de ayer en Sevilla, demuestra que el equipo menorquín pudo llevarse un trofeo que todavía no ha conseguido, pese a que ha disputado cinco finales. Por eso ha de existir entre los seguidores del club de Ciutadella la tristeza por no haber podido levantar el trofeo y, al mismo tiempo, el orgullo por haber tenido otra vez la oportunidad de jugar la final de esta competición. Y hacerlo además, en una temporada en Superliga en que el club ha ostentado el liderato durante muchas semanas y sigue en la lucha por conseguir su tercer título de Superliga.

La conclusión, una vez finalizada la competición de Copa, es que el Avarca se ha ganado a base de constancia y trabajo su puesto en la élite del voleibol femenino. Goza de la estabilidad en la gestión y la dirección deportiva, que le permite afrontar cada temporada con prudencia y ambición, porque aunque su presupuesto no es de los más elevados, los buenos resultados lo avalan.
Habrá nuevas oportunidades para conquistar la Copa.