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La caída de la ciudad ucraniana de Avdiivka, en la provincia de Donetsk, ha supuesto un duro golpe a las expectativas de Kiev de recuperar territorio a las tropas rusas. Es el principal éxito de los soldados de Putin desde que tomaron la ciudad de Bajmut, a sangre y fuego. En ambos casos el resultado ha sido idéntico: una carnicería y dos urbes completamente destrozadas. El problema es que los invasores no se van a detener en este enclave.

Constituye un punto de inflexión en la guerra que comenzó hace ahora dos años, cuando los rusos cruzaron la frontera y atacaron a Ucrania. Pero hay un problema doble que no existía en febrero de 2022: las municiones de Kiev se están acabando y su ejército necesita nuevas tropas. Moscú, en cambio, está sobrado de soldados y tiene una capacidad industrial infinitamente más poderosa que su rival. Todo depende de que Estados Unidos y Europa sigan aportando dinero y armamento. Y la Administración Biden se encuentra con problemas para    financiar la resistencia ucraniana. La crisis económica y la guerra en Gaza han enfriado el apoyo de EEUU, que en los primeros meses fue incondicional. Si finalmente Zelenski es derrotado por Putin, los países europeos estarán en peligro, sobre todo los limítrofes con Rusia. Se imponen, ya, unas negociaciones de paz que acaben con dos años de matanzas.