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La dramática historia de una niña que escribió un poema en un instituto de Secundaria de Calvià para llamar la atención de su profesor sobre los abusos sexuales que sufría en su casa, por parte de su padre, conmueve por su crudeza. Esta redacción escolar se convirtió en un SOS que desveló una tragedia.    El progenitor, ante el tribunal, ha negado los hechos, pero los peritos han dado total credibilidad a la víctima. Este caso, demasiado frecuente, pone de manifiesto la necesidad de que los docentes extremen la vigilancia sobre posibles conductas de sus alumnos para detectar abusos sexuales. En los juzgados cada año entran más casos de agresiones íntimas y los grupos especializados de Policía y Guardia Civil están desbordados.

La comunicación es clave para generar un clima de confianza y que las víctimas se atrevan a contar el infierno que están viviendo. Una parte importante de los abusos sexuales a menores quedan silenciados durante años, causando un trauma de por vida a los afectados, y otros nunca son revelados. La Policía debe contar con todos los medios –humanos y técnicos– necesarios para garantizar una investigación eficaz, rápida y en condiciones. Y que la víctima sea protegida de inmediato. Luego, cuando llega el juicio, las condenas tienen que ser muy duras al quedar acreditado el maltrato o abuso.