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F. Saborit Soriano
Los ciudadanos no somos títeres, escribía recientemente una lectora acongojada por su deuda hipotecaria y en busca de las medidas de apoyo público anunciadas a bombo y platillo por el Gobierno pero que, de momento, los bancos no saben si aplicarán. Comparto el interrogante que lanza sobre si realmente las medidas sociales existirán, llegarán a ser efectivas, o se quedarán en un brindis al sol. Ni son títeres ni son tontos, los ciudadanos sólo están endeudados, después de años inmersos en una espiral de sobretasaciones inmobiliarias y de especulación incontrolada, de la que también se han beneficiado las entidades financieras que ahora dan largas. Confiados en que el castillo de naipes en el que se había convertido nuestra economía no se llegaría a derrumbar. Sería casi una obligación moral que ahora, después de despedir el año 2008 con un millón de parados más en España, los mismos que han alentado el festín crediticio no dieran la espalda a quienes creyeron que adquirir una vivienda era también su derecho; y que las medidas anunciadas se apliquen con rapidez, por imperativo legal y no por caridad.