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Jesús Jusué
Menorca y los menorquínes deberíamos sentirnos orgullosos porque nuestra Isla, no sólo se ha llenado de banderas verdes y azules sino que, además, ha sido elegida como el principal destino nacional en calidad medioambiental. Ya tenemos la imagen, las banderas y los portadores de las mismas, los Ayuntamientos de la mayoría de municipios. Ahora sólo nos queda vender esa imagen y teniendo en cuenta que estamos a principios de Febrero, tenemos tiempo de sobras para planificar todo lo que se tenga que poner en marcha y todo aquello que deba pararse o lo que es lo mismo, contamos con el suficiente espacio de tiempo para que nuestras playas estén listas, limpias y disponibles, para que las obras, las que tengan trazas de poder acabarse lo hagan sin pérdida de tiempo, se retiren de los entornos urbanísticos los desechos de obras a medio acabar, que las máquinas, perforadoras y volquetes callen para siempre y antes de que los apartamentos y hoteles comiencen a recibir visitantes, que se respete el silencio de madrugada y la santa siesta de sobremesa, que no volvamos a escuchar, por enésima vez, que las aguas residuales se desbordan hacia la mar porque las vetustas tuberías siguen siendo eso, vetustas. Si conseguimos que todo eso y un poco más este ocupando el lugar que le corresponde, puntualmente y antes de que el primer turista ponga sus pies en la Isla, habrá valido la pena tanta bandera y muchos nos habremos podido dar con un canto en los dientes. Aprovechemos que van a venir menos turistas para que todo esté mejor que nunca, pues ya se sabe que, como en todas las cosas, cuando son menos, más se fijan y no sólo eso, luego se lo cuentan a los que se han quedado en casa.