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Margarita Caules Ametller
Lo tengo en mente, de pie, en su carro tirado por un brioso corcel negro. Antonia Muntaner, viuda de aquel joven que muchos admiraron, por su destreza, muy trabajador, siempre presto ayudar a quien precisara de él.

Caballista popular, que junto a los más distinguidos iniciadores, todos ellos muy cualificados, atreviéndome a denominarlos padres de la afición actual del Hipódromo Mahonés. Tolo fue alineando trofeos merecidamente obtenidos en mañanas y tardes de gloria. Disputadas carreras con su cabriolet, que la afición que tuvo el placer de vivirlas las atesora, en las mejores páginas que jamás se podrán volver a repetir.

Antonia mencionó que hubo un tiempo dedicado al reparto de harina. La vieja harinera del Andén de Levante del señor Bosch, le ofrecía el trabajo de distribuirlo a sus clientes, suministrándola a los hornos. Forzudo y espabilado, descargaba en un santiamén, de su carruaje los amontonados sacos llenos de lo que se convertiría en pan, es carro passava per alt. Lo hacía con su perenne sonrisa a flor de piel, añadiendo una broma? sempre sabia quina l'havia de dir.

Aquel Mahón en que el parque automovilístico era escueto, 4 cotxos de senyors, bicicletas, camiones militares y muy pocos, escasísimos de empresarios como podrían ser los de can Bep de s'aigo, varios taxis y una ambulancia de la Cruz Roja que se guardaba en la cochera número 35 de la calle de Santa Catalina, su chófer y responsable de la misma, en Met de Ciutadella. Debiéndoles sumar los autobuses de transporte público.

Tolo, como todos le llamaban, se sumó aquel avance y en los años 50 adquirió una camioneta, no obstante jamás dejó ses bísties de banda. A la vez que se modernizaba para dar mejor servicio a su público. Trabajo que venía realizando desde que era muy joven.

Tal como ya dije en semanas anteriores, los mismos caballos usados para la labranza y las faenas del campo, juntamente con los de reparto y carga, eran conducidos en las carreras del campo del Menorca. La afición acudía los domingos animando a sus admirados jinetes, entre ellos se destacaba Tolo.

Gracias a mi buen amigo Antonio Curto, he podido comprobar su participación en cantidad de carreras, entre ellas el domingo 15 de abril de 1956, disputándose 1.500 pesetas en premios. Bartolomé Mercadal llegó 2º con Norfol, del que era propietario. Y en la 4ª carrera quedó en el mismo lugar con el mismo caballo.

El 2 de junio de 1957, la Sociedad Hípica Amigos del Noble Bruto convocó a las 4.30 de la tarde emocionantes carreras. Bartolomé Mercadal condujo a Jardinero de Saturnino Carrión, quedando en 3º lugar.

El 27 de junio nuevamente logró un 2º puesto con Norfol. Alcanzando un 1º puesto el 24 de octubre. Al mes siguiente condujo a Canastos, caballo perteneciente a la cuadra de Gabriel Seguí Mercadal, alcalde de Mahón. Por aquel entonces Tolo había adquirido a otro espléndido ejemplar Sierra Morena, que tantas glorias le otorgó.

Luciendo su camisa de color verde pistacho a cuadros negros hizo correr de nuevo a Canastos, la calurosa tarde del 29 de junio de 1962 conquistando otro 1º puesto, disputándose la carrera junto a conductores tan populares como? Florentino Mata Pons, con su Espina; Román Morro Perches y su Flor de Loto, Miguel Pons y su Campeona, Pedro Pax en que su Sabino llegó en 2º lugar, en aquella misma carrera participaba Faraón, cuya propietaria era doña Nuria Carlés Tolrá, madre de Borja Carreras.

Las páginas del libro de su vida, poco a poco se iban escribiendo, en sus renglones amén de duros trabajos, carreras e importantes caballos, se iban anotando las propias de la juventud. Fue el 27 de abril de 1962, en plena primavera en que la iglesia del Carme se engalanó para recibir a Bartolomé Mercadal y a su novia Antonia Muntaner, bendiciendo aquella unión el reverendo don Miguel Villalonga. La novia, hija de los propietarios del café El Trueno de davall sa plaça, familia muy conocida y apreciada por todos, punto de encuentro de payeses, tratantes de ganado, señores de fincas en busca de aparceros, podría decirse sin temor a equivocarme que El Trueno y el bar La Morada de la plaza del Bastión venían a ser una especie de sucursales del Casino de la Unión, es Dineret. Estos 3 puntos eran esenciales para toda clase de negocios.

Tolo, al igual que sus compañeros de afición, compraba y vendía con cierta facilidad, era preciso ir renovando sus cuadras. Es por ello, que al dar lectura a pasquines se puede observar que el mismo animal a veces correspondía a uno u a otro.

Por el decir de su familia, Hidalgo fue uno de sus favoritos adquirido en Mallorca con motivo de presenciar las famosas carreras del gran premio que los menorquines, se desplazaban ex profeso. Son muchos los que aún recuerdan aquel Son Pardo.

Más tarde lo vendió, al conde de Torre Saura, conduciéndolo a la finca de S'Alairó como semental. En la biografía del mismo se debe anotar que fue el sucesor de Octavo, nacidos en 1944, hermano de Orejón. Hijos de Ángelus II, propiedad de la familia Teixidor, datos obtenidos de A. Curto. Añadiendo que en cierta ocasión compró una partida de asturcones, caballos asturianos de media talla de color negro, muy apreciados en la isla.

Cada vez que acudía a Mallorca, debido a su conocimiento y experiencia en el ámbito caballar, adquiría encargos de unos y otros, intentando complacerlos.
Gracias a la información recibida en semanas anteriores de Juan Vidal Bendito, pude escribir que Bartolomé Mercadal junto a Martín Escudero fueron los propulsores del picadero, donde desgraciadamente él no pudo participar, debido a su inesperado fallecimiento en plena juventud, con tan sólo 39 años. El 18 de agosto de 1969, cuando le quedaban por realizar innumerables carreras en aquel campo del Menorca, cuando debía saborear con satisfacción que lo del picadero, era un acierto total para bien de la hípica, no tan sólo mahonesa sino también para beneficio de Menorca entera, quedándole por conocer que su proyecto sería el primer eslabón del actual Hipódromo Mahonés, en el cual debería encontrarse su fotografía entre los honoríficos del lugar, Tolo subió a la casa del Padre, lo hizo sigilosamente, una de estas monstruosas enfermedades que aún hoy la medicina no ha sabido desvelar se lo llevó con su alazán al que cariñosamente llamaba Piali, el último de su cuadra, el último que hizo trotar para que luciera su espléndida figura, aquella estampa con sus brines revoloteando con la suave brisa del amanecer.

Según me fueron explicando sus hijos Magda y Tolo, Piali fue adquirido por "Pixonet", persona muy vinculada al tema que nos ocupa, añadiendo infinidad de datos y curiosidades, dándose la circunstancia de que su hijo Tolo Mercadal Muntaner ha seguido los pasos del padre, amante de los caballos, especialmente un auténtico defensor de la raza menorquina, con el que me queda pendiente una nueva xerradeta en es talaiot de Trepucó.