TW
0

José María Pons Muñoz
Uno, que ya tiene el horizonte más alejado hacia atrás que hacia delante, barrunta que, más que dimitir el ministro Bermejo, lo dimitió el Presidente Zapatero. Lo de Bermejo no pudo ser más inoportuno, pues teniendo las urnas a la vuelta de la esquina, uno debe de mirar donde caza, con quien caza y lo que caza, porque ir de caza sin licencia y encima siendo ministro de justicia, no es pecado venial. De hecho, la oposición, lo agarró como pecado mortal, pensando que ni así de fáciles se las ponían a Fernando VII. Luego resultó que ese, con ser un "despiste" intolerable, no era más que la punta del iceberg, pues aun suponiendo, lo que ya es suponer, que un cazador de la afición del señor Bermejo no sepa para donde tiene licencia de caza, ni tampoco por eso vea la diferencia entre Castilla La Mancha y Andalucía, no puede ignorar los requisitos legales que a todo cazador nos exige la ley a la hora de cazar legalmente, ni se aperciba de otras circunstancias mucho más polémicas que tenía, por lo menos, que haber previsto en esa inoportuna cacería. ¿Pero es que a este hombre nadie debe de haberle dicho aquello de "la mujer del César, no sólo debe ser decente, debe también parecerlo"? Debería de haber previsto que estando el señor juez, Don Baltasar Garzón, investigando a la sazón presuntos asuntos de corrupción de gentes afines al PP, y siendo el señor ministro, Ministro de Justicia de un gobierno socialista, ni por apuesta deberían haber aparecido juntos en una cacería, ni "comiendo pipas en la esquina". Por más que estoy seguro que ni cazando, ni comiendo pipas, estuvieran haciendo nada que ni remotamente pudiera perjudicar a nadie. Pero para el PP ha sido como lo del celoso, no hace falta contarle nada, al celoso le sobra con lo que se imagina.

Con un poquitín de vista, tampoco hace falta tanta, cualquiera de los dos personajes mencionados al encontrarse en la finca donde se iba a dar la cacareada cacería, estando la situación política en la que estamos, deberían de haber puesto de inmediato kilómetros de distancia entre sí. Se ha rumoreado que a esta cacería fueron ambos invitados, precisamente, por alguien del PP, dato que yo pongo en cuarentena, porque nadie en su sano juicio, invitaría a personajes de este nivel para convertirse en Judas. Creo que son rumores más que otra cosa, una cortina de humo para descargar o hacer opacas culpas propias y solemnes meteduras de pata.

Creo recordar que fue el difunto Ramón Rubial quien dijo que: "para los puestos de responsabilidad, hay que elegir a los mejores, y luego vigilarlos como su fueran los peores". El señor Bermejo, en más de una ocasión, ya dio muestras que indicaban que más pronto que tarde, acabaría por darle a la oposición "munición gruesa", y tanto que se la ha dado, y en un momento extraordinariamente inoportuno. Por lo menos, cuando entregó la cartera ministerial, dijo algo coherente y que le honra, confesando no haber estado a la altura de las circunstancias. Lo malo colateralmente de ese problema, ha sido inmiscuir al juez Garzón, al que el PP le ha denunciado como presunto infractor de la buena praxis de su oficio. Me parece que el PP ha escupido hacia el cielo más de una vez, y la saliva le caerá en la cara más pronto que tarde.

Les confieso que jamás he logrado entender como nuestros presidentes democráticos de gobierno son tan reticentes a la hora de emitir un juicio sobre uno cualquiera de sus ministros, no viniendo a decir más que una parte de lo que deberían, ocultando de esta suerte la mala gestión, y no digamos a la hora de tener que cesar a uno de ellos. A propósito, el señor Aznar debería haber cesado fulminantemente al señor Trillo, cuando el desgraciado accidente de aviación, que costó la vida a tantos militares españoles. Y el PP debería recordar ahora otras circunstancias dolorosas en que alguno de sus más significados miembros, en vez de estar donde debían, estaban cazando, y no por eso dimitió absolutamente nadie.

En cualquier caso, no me resulta fácil entender el perfil de algunos ministros o ministras. En más de un gobierno de la democracia me he preguntado ¿pero es que no hay nadie mejor para este puesto? Unos porque carecen por completo de experiencia política, y otros porque ocupan, o han ocupado, ministerios para los que ni siquiera contaban con un cursillo acelerado que les apercibiera qué cosa era o qué cosa es, de qué se ocupa y preocupa el ministerio que van a dirigir. Ya sé que para ser un buen gastrónomo no es necesario ser cocinero de ningún restaurante, pero eso es una banalidad muy alejada de dirigir un ministerio. Yo supongo que debería ser necesario contar con unos conocimientos afines, o por lo menos, ser un gestor experimentado en la administración de los caudales públicos. Cuando nada de todo eso concurre en un ministro o ministra, es un milagro que no sobrevengan más fracasos. Hay otro punto importante a mi entender para un ministro o ministras, cual es saber lidiar correctamente con la información que se da de su gestión, o la que no debe darse. En el fracaso de este punto nace y se alimenta, muchas veces, la animadversión hacia la persona que dirige un ministerio, como sucede con la ministra Magdalena Álvarez. Puede que su gestión sea buena, incluso brillante, pero informando es de una eficacia tan deficiente, que mejor sería no decir nada, por más que no informar en democracia sea pésimo, pero informar como lo hace ella puede superar ese calificativo.