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Pep Mir
Una coleguilla de sonrisa perenne me comentó ayer que los medios de comunicación deberíamos dejar de abundar en la crisis, de ofrecer datos desoladores sin parar, e intentar transmitir mensajes positivos, puesto que algo tenemos que ver con el abatimiento general. Apunta que la crisis tiene un componente psicológico y que además los rumores sobre cierres, suspensiones de pagos, despidos, impagos, no ayudan en nada a salir del atolladero. No le falta razón, pero la cosa tiene mal remedio. Los cotilleos sobre malos momentos de empresas se han convertido de un tiempo a esta parte en el deporte nacional en un contexto en el que nadie se fía de nadie y en el que toda operación económica, incluso la compra de una tostadora, se mira con lupa. Estos rumores son un elemento más de multiplicación de la incertidumbre. Muchas veces tienen una base cierta, pero cabe tener siempre en cuenta que los chismorreos acostumbran a ir distorsionando la realidad a medida que circulan, exagerándola por sus vértices más crueles y negativos. Por ello, para no ser injustos ni hacer más daño del ya existente, lo mejor es no dar los rumores por buenos si no hay más argumentos que el manido "me han dicho que...". Porque si los rumores fueran ciencia, ayer habríamos podido ver al ex alcalde Pau Morlà comprando en el Zara de Sa Costa de Sa Plaça.