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SEBIME se la juega con su decisión de montar la feria en Palma en un tiempo récord. Lo hace pensando que es una buena opción para mejorar la situación de las empresas bisuteras de Menorca y como uno de los pasos de un plan estratégico que piensa desarrollar en los próximos cinco años. También acuerda el traslado porque la feria perdía fuerza comercial y ante una situación como esta hay que tomar decisiones valientes, incluso con el riesgo de equivocarse. SEBIME hará su propia guerra y luchará por la supervivencia del sector. No es la primera actividad importante que pierde la Isla. En los últimos años, se han dejado de organizar importantes regatas internacionales, fracasó el Festival Internacional de Música del mes de agosto, las pruebas de Fórmula 1 no han tenido continuidad. Nuestra tierra está perdiendo demasiadas batallas, por distintos motivos, pero que reunidos plantean interrogantes sobre nuestra capacidad de iniciativa y de defensa de los intereses globales. El motor que nos ha permitido un bienestar del que nos hemos sentido orgullosos parece averiado. La queja perenne por el transporte y la incapacidad de encontrar soluciones más que un problema parece ya un síntoma preocupante sobre nuestro presente.