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Sucedió en diciembre del 46; la tarde anterior había llegado de Ciutadella para pasar las vacaciones de Navidad en mi casa; por la mañana me levanté y me dirigí a la iglesia de "Santa María" para hacer mi media hora de meditación y seguidamente asistir a misa; poco antes de las nueve el sacristán, en Toniet, me preguntó si serviría la misa que iba a celebrar el Sr. Cots, le dije que sí y ya con la sotana y el sobrepelliz puesto ayudé al celebrante a revestirse de los ornamentos sagrados... la misa iba a celebrarse en el altar mayor y el padre Cots empezó con el: "In nómine Pater, et Filii et Spiritus Sancti. Introito al altáre Dei", yo arrodillado a su vera contesté: "Ad Deum, qui laetificat juventútem meam". Él se giró hacia mí y me dijo: "Lo habrás entendido; 'a Dios que da alegría a mi juventud'. Éste es el Dios al que has de buscar para y a través de él y de María, llegar a los hombres".

Quedé sorprendido, pero su planteamiento me ilusionó; era un jovencísimo seminarista que creía había sido llamado al sacerdocio y quería ser "polea transmisora del Evangelio a los hombres" y el padre Cots me acababa de indicar el camino.

Los años fueron pasando, recuerdo especialmente las vacaciones de verano en que el grupito de seminaristas mahoneses -el padre Macián, los ya desaparecidos Miguel Tutzó y Alberto Valls, el padre Guillermo Pons, algún verano Enrique Pascual Riera y yo, que era el benjamín- íbamos a nadar, acompañados por el padre Cots, "als Banyers de Pedra", propiedad de la familia Valls Landíno; solía decirte que era un "peix" porque entraba y salía del agua, me tiraba, buceaba hacía todo lo normal en un chico de mi edad, él por su parte solía nadar tranquilamente, pienso que la natación ha sido para él y a lo largo de su vida la mejor forma de relajarse... así mismo recuerdo que gracias a él conocí el poblado talayótico de Torre d'en Galmés y las basílicas paleocristianas de Son Bou y de Torelló, excursiones que solíamos realizar en el taxi "d'en Joanot" y nunca faltaba para la merienda la bandeja de pasteles.

En el verano del 48 viajé junto con don Miguel Casasnovas, Director Espiritual del Seminario, y Josep Pastor a Montserrat, al regresar y sentados en el banco "des Pla de sa Parròquia", muy cercano a la sacristía, quiso que le relatase la experiencia vivida, hablamos de la "Moreneta", del "Virolai", el "Rosa d'abril, morena de la serra ..." y de la espiritualidad que emana del monasterio; recuerdo que dijo: "Si algún día me pierdo, buscadme en Montserrat o en la ermita de Gracia, a los pies de la Virgen".

La vida impuso su ritmo, yo dejé los estudios eclesiales y nos fuimos distanciando, en realidad y pesé a los recuerdos apuntados y otros muchos, muchísimos, entre el padre Cots y yo, nunca existió aquella química especial que se dio entre el "Pater", don Miguel Petrus, y yo, incluso en menor medida, con don Enrique Cardona.

Era, a su modo, crítico con mis escritos, sobre todo cuando me refería a las dos Iglesias, la oficial y la "currante", él me corregía diciendo que sólo hay una Iglesia, la fundada por Cristo... en cierta ocasión, cuando coordinaba el "Semanal" de este rotativo, se mostró muy satisfecho de los artículos que firmé sobre la Semana Santa; Dalmedo, "pieza" clave en los talleres del "Menorca", fue el encargado de me trasladarme su felicitación; pero, aunque en ningún momento dudé de su aprecio, la "química" nunca apareció porque las cosas son como son, no como uno quisieran fuesen.

De otro sacerdote ejemplar, también desaparecido, de Rafael María Olèo y de su "Remembrances i reflexions", entresaco las siguientes líneas: "Ell -el padre Cots- s'ha fet pobre desprenent-se del seu patrimoni en favor de l'Església i dels pobres. Un home que és capaç d'agafar l'avió per anar solament per veure i consolar un malat d'enllà Menorca"... "A vegades em ve davant escriure un llibre o fulletó que es titularia 'Els Sants de casa nostra no canonitzats', perquè hom es queda esbalaït de la quantitat de bones persones que han viscut o viuen entre nosaltres".

Sin química, pero y por mi parte con admiración y respeto, ya que siempre consideré al padre Cots "un referent cristià i eclesial", manifiesto mi afecto a un sacerdote que a través del Evangelio y de María, buscó al hombre, al hermano que más le necesitaba.