TW
0

Estos días al pensar sobre el traslado de Sebime a Palma de Mallorca, he recordado los orígenes de esta pequeña industria menorquina que tanto trabajo y bienestar ha proporcionado a nuestra isla.

Para mí, el nacimiento de la bisutería está estrechamente vinculado a la fortaleza de la Mola y al Parque y Talleres de Artillería de Mahón, tal como explicaré.La fortaleza que se inició a mediados del siglo XIX en el puerto de Mahón, trajo a nuestra "roqueta", un grupo de ingenieros militares, que la proyectaron y construyeron, y a continuación, a un contingente mayor de artilleros, que la erizaron de cañones para la defensa de nuestro magnífico puerto.

Al principio, los cañones montados en la Mola eran de avancarga, lo que no requería grandes especialistas para su mantenimiento, pero pronto el avance tecnológico de la artillería de retrocarga exigió la presencia de numerosos técnicos especializados para el montaje y mantenimiento de aquellos materiales tan sofisticados.

Los oficiales de artillería salían de la Academia de Segovia con el título de ingenieros industriales, para poder asumir las tareas técnicas que requería el ejercicio de su profesión. Los oficiales a su vez, estaban asistidos por un numeroso grupo de subalternos especialistas, con conocimientos de mecánica, electricidad, etc, que les auxiliaban no solo en el montaje de los cañones sino también en el transporte de unos materiales que pesaban decenas de toneladas.

Los primeros cañones de retrocarga, de gran peso - los cañones Krupp llegados en 1880 - requirieron para ser desembarcados en la fortaleza, la instalación de una enorme grúa en la orilla de la Mola a la entrada del puerto, y después, para conducirlos hasta la primera batería de S'Esperó, de una vía sobre raíles y traviesas de madera que se montó con carácter provisional, para salvar la fuerte pendiente, siendo arrastrados los cañones por medio de una especie de locomotora denominada "locomóvil".

El traslado y el montaje de estos nuevos materiales exigió la creación del Parque y los Talleres de Artillería, donde pudieran repararse los cañones, sus sistemas de tiro, y los engranajes para el apuntado de las piezas.

Los especialistas de artillería necesitaban gran número de auxiliares con los conocimientos precisos para prestarles ayuda en las distintas baterías de la Mola, y mas tarde, cuando llegaron los cañones Vickers, en el primer tercio del siglo XX, en las otras baterías de Favàritx, Llucalari, Biniancolla, Turó, Biniarroca y Milà.

Estos auxiliares fueron adiestrados en el Parque de Artillería, por los mismos subalternos del CASE (cuerpo auxiliar subalterno del Ejercito). Muchos al licenciarse encontraban trabajo en Mahón, en talleres de bisutería para el mantenimiento de las máquinas de aquellos. Otros jóvenes menorquines se presentaban voluntarios al Regimiento de Artillería de Costa de Menorca para ser destinados al Parque y sus talleres, donde aprender la manipulación de máquinas y motores que les servirían a su licenciamiento para trabajar en estas pequeñas fábricas menorquinas.Incluso algunos especialistas llegaron a crear sus propias empresas como por ejemplo, Motores Joyca, ideados por el Sr. Jover, que se hizo famosa después de la guerra civil.

Es más, algunos especialistas del Parque y Talleres de Artillería llegaron a ser profesores en la Escuela de Maestría de Mahón. Recuerdo a mi amigo Javier Pérez Cardona, que durante años ejerció allí su docencia. Otros, como Emilio Orfila, ejercieron la docencia en otros ámbitos, también destacó entre los especialistas del CASE el Sr. Vila, de Villacarlos, que participó en el montaje de los cañones Krupp de 38,1 cm. El General Nadal fue el profesor de muchos de estos especialistas que lograron superar las oposiciones en Madrid.

Los talleres del Parque de Artillería se instalaron al principio en la Mola, pero en la postguerra se trasladaron al patio posterior del cuartel de la Explanada de Mahón, donde ahora está la Estación de Autobuses.Algo similar pasó con los obreros especialistas de la Base Naval de Mahón de cuyos talleres salieron algunos para trabajar en la Maquinista Naval del Cós Nou, ubicada en el muelle inmediato.

Sin duda estos especialistas del Ejército y de la Marina tuvieron mucho que ver con la industria bisutera, y con el mantenimiento de la maquinaria de pequeñas empresas del calzado y de otras especialidades, por lo que a ellos se debe en buena parte la prosperidad que estas industrias proporcionaron a Menorca. Algo muy parecido ocurrió con los Maestros de Ribera, que aprendieron en el Arsenal inglés del puerto de Mahón, durante el siglo XVIII, las tareas de construcción naval, y que más tarde, constituyeron el núcleo de "Mestres d'Aixa", que en el XIX construyeron numerosas embarcaciones en las orillas del puerto de Mahón.