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Antich ha decidido echar a UM del Govern y ha apostado por el difícil equilibrio de la gestión en minoría. No lo ha hecho con gusto, consciente de la debilidad de su nueva situación, sin embargo no tenía alternativa. Debía desprenderse de un socio que se hunde, ante la presión de la Fiscalía Anticorrupción. Tampoco hay muchas más opciones de gobierno. El PP vive su propio proceso de regeneración y ahora no es el momento de repescar a su ex socio centrista. Las elecciones anticipadas son una posibilidad, todavía no descartada, pero los agentes sociales han pedido que no se considere su convocatoria en estos momentos. Más allá de los procesos judiciales y del juego político están las prioridades económicas de los insulares. Es evidente que la mala imagen que el destino turístico balear transmite al exterior perjudica a nuestra economía y afecta a las posibilidades de recuperación. En el ámbito nacional, algunos grandes empresarios, ante las dudas de la gestión de Zapatero, intentan promover una buena imagen del país. En Balears, los dos grandes partidos deben asumir su responsabilidad para que la crisis que provocan los presuntos corruptos limite sus consecuencias al ámbito político.