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Los lodos, los fangos contaminantes, no son patrimonio exclusivo del puerto de Maó. Hay lodo por todas partes, un lodo espeso que impide el avance normal de una sociedad deprimida por la crisis económica y la falta de liderazgo galopante. En Balears el pacto anti-PP se ha saldado con un fracaso estrepitoso. Se han pasado la legislatura atribuyendo todos los males mundiales a la corrupción de los populares cuando Matas para acabar siendo víctimas del mismo mal. Claro está que muchos de sus integrantes son honrados. La mayoría. No lo dude usted. Pero la imagen que se transmite es deprimente.

Da la impresión que el Govern es la cueva de Ali Babá. Francesc Antich quiere transmitir imagen de firmeza, pero no convence a nadie. El electorado sólo se lamenta y se pregunta cuál será el siguiente caso. En España tampoco vamos faltos de lodo. El Gobierno es una fábrica de disparates efectistas y sinsentidos, con altos cargos demasiado ocupados en tapar la boca del único compañero que se atreve a decir algo atinado. Zapatero quiere ser líder mundial, como lo quiso ser Aznar, y se va a quedar también en una caricatura. Reza y cita la Biblia en Estados Unidos cuando en España ondea la bandera del laicismo más reduccionista para contentar presuntamente a sus séquito de pseudoprogres. Ante este panorama, lo que uno se pregunta es quién nos va a sacar de todo este lodo.