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Sin ningún propósito de armar más polémica, pero llegando de una estancia increíblemente maravillosa vivida en las bodegas del Marqués de Riscal en Rioja Alavesa (este año los Reyes Magos han sido realmente generosos), no puedo dejar de lamentar el hecho de que Menorca haya perdido su oportunidad, seguramente única, de entrar a formar parte del mapa de bodegas de referencia. Manzanares puede que no sea Gehry, pero está considerado uno de los siete mejores arquitectos de España y goza del reconocimiento por haber proyectado algunas bodegas famosas como las de Enate, Álvaro Palacios, por citar alguna de las quince que ha realizado. Su sensibilidad respecto a la esencia de la Isla lo posicionaba como artista invitado ideal.
La experiencia arquitectónica es para vivirla. La arquitectura de calidad artística no tiene precio, es, como todo en el arte, un regalo para los sentidos que se posa en el interior para saborearlo el resto de la vida. La humanidad siempre se ha sentido atraída por tendencias, en la época que nos ha tocado vivir las bodegas son para los arquitectos una sabrosa opción en la que se recrean a veces con la máxima fantasía. Tener una bodega extraordinaria cerca de casa era una buena opción, a mi entender, que aportaba un plus de autoestima al ámbito rural que tanto necesita, que aportaba al turista alguna cosa más interesante a visitar, una experiencia, en definitiva, con todo el aroma de la modernidad.